Cuando mi hija ya había cumplido los catorce años comenzamos a experimentar unos conflictos de ideas y pensamientos, que yo no había vivido con sus hermanos en la misma etapa de su desarrollo.
Mis hijos pasaron una adolescencia en que el aspecto físico en relación al grupo de pares no estaba tan marcado como cuando Samanta, llegó a la misma etapa. Después de haber pasado dos adolescencias no entendía lo que sucedía, si era el carácter de ambas que se contraponían o se encontraba influenciada por su grupo de iguales.
También me inclinaba a pensar que quizás la diferencia del comportamiento en determinadas circunstancias entre unos y otros solo estribaba en razón de género. Mis hijos mayores eran varones y quizás el comportamiento femenino en la adolescencia fuera muy diferente.
Un conflicto que aunque no era cotidiano había surgido en varias ocasiones, como cuando el flequillo le molestaba tanto que aun siendo reacia a cortárselo debía de hacerlo por comodidad Ese día le costaba llorar porque según ella sus compañeros la iban a mirar mucho.
“estoy ridícula, que horror” me decía por la mañana sin querer moverse de casa e intentando culparme de su corte de pelo.
Comprender el egocentrismo nos ayuda a los padres a interpretar el pensamiento de nuestros hijos. El egocentrismo adolescente ya lo mencionaba y describía por primera vez David Elkind en 1967, quien intentaba explicar la ilógica aparente de muchos adolescentes, lo que otros pueden estar pensando sobre ellos asumiendo estas hipótesis como hechos.
Elkind dio nombres especiales a aspectos del egocentrismo:
- Mito Invencibilidad.- Convencidos de la propia inmunidad de la persona al daño o a la derrota.
- Mito Personal.- Su propia vida son únicas. Se percibe al individuo como un ser excepcional distinguido por experiencias, talentos y valores inusuales.
- Mito Público Imaginario.- Los adolescentes suelen pensar que ocupan el centro de la escena, que todos los ojos están puestos en ellos, porque su propio egocentrismo los lleva a concluir que las otras personas están tan interesados en ellos, como ellos mismos.
En este ultimo mito se ha basaba el comportamiento de mi hija. El poder del público imaginario también explica la preocupación de los adolescentes sobre el público formado por sus pares, que presumiblemente juzguen cualquier cosa visible en su apariencia. (corte de cabello, modo de vestir, etc.) y su conducta.
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