Rubén Darío
Los jóvenes cuando alcanzan los 16 años se encuentran motivados y deseosos por la obtención del carnet de conducir. Un problema añadido a los padres pues ya les hemos de facilitar una moto para gozar un poco de la tan independencia deseada. Las salidas se incrementan y el temor de la conducción inexperta y temeraria nos invade.
 “¡No corras!, ¡Ten mucho cuidado!, ¡Ponte el casco!”
A nosotros nos asaltan miles de preguntas mientras esperamos la vuelta a casa.
                        “¿Estarán bebiendo? ¿Con quién estarán?”
Afortunadamente con el paso de los años comprobamos que ya conducen con una prudencia extrema, que sopesan el peligro, conducen de modo muy responsable y que respetan los límites de velocidad.
La toma de riesgos común en esta etapa parece ser el resultado de dos redes cerebrales.
  • Red Socioemocional: es sensible la respuesta de estímulos sociales y emocionales.
  • Red Control Cognoscitivo: Regula la respuesta a los estímulos.
Los adolescentes procesan la información de las emociones de modo diferente de los adultos.
  • Entre 11 y 13 años tienden a usar la amígdala, pequeña estructura con forma de almendra que se localiza en el lobulo temporal y tiene importancia en las reacciones emocionales e instintivas.
  • Los adolescentes entre 14 y 17 años muestran patrones más similares a los de los  adultos. Utilizan los lóbulos frontales que manejan la planeación, el razonamiento, el juicio, la regulación emocional y el control de impulsos lo cual permite hacer juicios razonados más certeros.
  • El subdesarrollo de los sistemas corticales, frontales asociados con la motivación, la impulsividad y la adicción puede ayudar a explicar porque los adolescentes tienden a buscar emociones y novedad y porque a muchos de ellos les resulta difícil enfocarse en metas a largo plazo.
      


               El desarrollo del cerebro inmaduro puede permitir sentimientos que acumulen la razón e impiden que presten atención a las advertencias  que los adultos consideran lógicas y previsivas.
               La estimulación cognoscitiva supone una diferencia fundamental en el desarrollo del cerebro.
El proceso es bidirideccional: Las actividades y las experiencias de una persona joven determinan que conexión neuronal se conservarán y fortalecerán, desarrollo que sostiene un mayor crecimiento cognoscitivo en estas áreas.
Cuando los adolescentes obtienen la inmadurez en el cerebro adolescente también es necesario revisar los cambios en la estructura y composición de la corteza prefrontal.
  • En la adolescencia continua en los lóbulos frontales y el incremento de la materia blanca que es típico del desarrollo del cerebro en la niñez.
  • La poda de las conexiones de las dentritas que no se utilizan en la niñez da por resultado una reducción en la densidad de la materia gris (células nerviosas) la cual aumenta la eficacia del cerebro. Este proceso empieza en las porciones posteriores y avanzan hacia delante. Sin embargo no han alcanzado los lóbulos frontales en la etapa de la adolescencia.
Cerca de la pubertad empieza una aceleración importante de producción de materia gris en particular en la corteza prefrontal, a medida que se apoda las sinapsis (conexiones neuronales) que no se utilizaron y se fortalecen los restantes.
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